Los Cien Mil Hijos de San Luis : 4

Los Cien Mil Hijos de San Luis : 4 de Benito Pérez Galdós Gracias a nuestro dinero y a nuestro buen porte podíamos disfrutar de todas las comodidades posibles en las posadas. El calor nos obligaba a detenernos durante el día, caminando por las noches, y ni en Castilla ni en Aragón tuvimos ningún mal encuentro, como recelábamos, con milicianos, ladrones o espías del Gobierno. Más allá de Zaragoza empezamos a temer que nos salieran al paso las tropas de Torrijos o de Manso. Por eso en vez de tomar directamente el camino de Cataluña subimos hacia Huesca, Salvador, cuya antipatía a los facciosos y guerrilleros era violentísima, se mostró disgustado al considerarse cerca de ellos. Entonces tuve un momento de súbita tristeza, oyéndole decir: -Cuando lleguemos a un lugar seguro o estés entre tus amigos, me volveré a Madrid. Yo deseaba que no llegasen ni el lugar seguro ni tampoco mis amigos. Pero...

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