Los Cien Mil Hijos de San Luis : 29

Los Cien Mil Hijos de San Luis : 29 de Benito Pérez Galdós Al decir esto, mi corazón, oprimido por tantos desengaños, se ensanchaba llenándose otra vez de esperanza, de ese don del cielo que jamás se agota y que a nadie puede faltar. -Pues no veo yo muy tranquila esta noche la ciudad de Sevilla -indicó Mariana-. Si, como dicen, se ha marchado toda la tropa, puede que nos despertemos mañana en un charco de sangre. Echeme a reír, burlándome de sus ridículos temores, y seguimos avanzando con bastante presteza hacia la calle del Oeste. Detúveme antes de llamar en su casa, para que un breve descanso disimulara mi sofocación y se amortiguasen las llamaradas de mis mejillas. -Sentémonos -dije a Mariana-, al amparo de este árbol. Ahora no hay gran prisa. Ya le tengo cogido. Estoy tranquila. Él ha de venir a su casa. Ahora, ahora sí que le tengo en mi mano. Cuando llamamos en la reja que daba entrada al...

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