Los Ayacuchos : 33

Los Ayacuchos Capítulo XXXIII de Benito Pérez Galdós Por el camino contó el Coronel que los padres de San Quirico no le dieron jamás motivo de queja, sino de gratitud y estimación. Eran muy buenos y le instruían con amor, luchando, eso sí, con la incapacidad del neófito para los latines y para las lecciones teológicas. Nada de aquello le entraba en la cabeza, y cada día se iba convenciendo de que nunca sería más que un pobre curángano de misa y olla. Pruebas de cariño habíanle dado los sacerdotes, y él por su parte pensaba, en la primera ocasión que se le presentase, demostrarles su afecto. La regla era muy rigurosa, y épocas había en el año en que le mataban de hambre. En los rezos era tan torpe, que a cada momento se equivocaba, ocasionando grandes desazones a los maestros, y renegando él de su falta de memoria. Más de una vez les propuso que no le criaran para las órdenes mayores, sino que le tuvieran allí como familiar o lego, y él les cuidaría el...

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