Las tormentas del 48: 23

Las tormentas del 48 Capítulo XXIII de Benito Pérez Galdós 8 de Mayo.- La precipitada serie de acontecimientos que cayeron sobre mí, con ruido y azote de pedrisco pavoroso, me han impedido tomar la pluma. Hoy tengo que recoger y archivar todo lo que vino con abundancia no proporcionada a la brevedad del tiempo, y he de andar despacio y atento para que me asista mi buena memoria en la reproducción exacta de tanto dolor y sorpresas tantas, así como en el orden que traían. Enlazo este relato con el último hilo del antecedente, diciendo que aquel clérigo buscado por Margarita para la espiritual asistencia de Antonia, me pareció muy extravagante. Pasó a ver a la enferma, y hallándola dormida tornó a la sala, y como yo le invitase a tomar alguna cosa (de lo que mandé traer para reparo de mi cuerpo desfallecido), contestome: «Gracias, señor: yo no como... quiero decir, como muy poco. Hablele yo de las dificultades y sinsabores de su ministerio, y me dijo que él es...

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