Las tormentas del 48: 21

Las tormentas del 48 Capítulo XXI de Benito Pérez Galdós No tardé en advertir que mi estoicismo era un tanto figurado, histriónico, y con esfuerzos de la razón me puse en el verdadero punto psicológico que los hechos imponían, ni medroso ni arrogante, fiado en que me ampare Dios, y desechando la insana idea de que deseo morir, fraudulento recurso teatral, cuya procedencia descubro en los afectados versos de la época. Que yo no estaba en mis cabales cuando Guillermo me habló del lugar y hora del duelo, lo demuestra que olvidé preguntarle si había resuelto el conflicto pecuniario que para hoy nos reserva el cruel Destino. Mañana me lo dirá, si estoy en disposición de oírlo... También podría suceder que me fuese a la Eternidad sin saberlo, ni importárseme un ardite de las menudencias que aquí se nos hacen montañas. Yo pregunto cuáles serán las estrellas que se vendrán abajo porque traigamos a nuestros bolsillos el dinero que a Guillermo entregó su...

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