Las nuevas fronteras de Europa

Los nexos europeístas

El cristianismo, tras la lenta degradación y derrumbe final del Imperio Romano, se forjó como nexo de unión espiritual de los pueblos de aquella incipiente Europa, a partir de su matriz instalada en lo que había sido el núcleo central imperial: Roma. En nombre de los valores cristianos, extendidos a través de la progresiva conversión de los pueblos germánicos expandidos por todo el continente, en la Península Ibérica los hispanos iniciaron en el siglo VIII una larga lucha contra los nuevos «bárbaros» o extraños, llamados ahora los «infieles», conquistadores árabes islamizados que provenían del otro lado del estrecho de Gibraltar y que se establecieron en el territorio peninsular hasta finales del siglo XV.

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