Las aventuras de Arthur Gordon Pym: Capítulo XXII

Las aventuras de Arthur Gordon Pym de Edgar Allan Poe Nuestra situación, tal como se nos presentó entonces, apenas era menos aterradora que cuando creímos estar enterrados para siempre. No veíamos ante nosotros más perspectivas que la de ser inmolados por los salvajes, o la de arrastrar una existencia miserable de cautividad entre ellos. Ciertamente, podíamos ocultarnos por un tiempo a su observación entre la fragosidad de los montes o, como último recurso, en el barranco de donde acabábamos de salir; pero moriríamos de frío y de hambre durante el largo invierno polar, o seríamos descubiertos últimamente al esforzarnos por llegar hasta los indígenas. La comarca entera parecía hormiguear de salvajes, cuyas multitudes, que percibíamos ahora, habían llegado desde las islas hasta la parte sur en balsas nuevas, sin duda con el propósito de prestar su ayuda en la captura y saqueo de la Jane. El barco permanecía aún tranquilamente anclado en la bahía, pues los de a...

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