Las aventuras de Arthur Gordon Pym: Capítulo X

Las aventuras de Arthur Gordon Pym de Edgar Allan Poe Poco después ocurrió un incidente que me inclino a considerarlo como el más emocionante, como el más repleto primero de extremos de placer y luego de terror, hasta puntos que jamás he experimentado en nueve años largos, llenos de los acontecimientos más sorprendentes y, en muchos casos, de la índole más extraña e inconcebible. Estábamos tendidos sobre cubierta, cerca de la escalera de la cámara, discutiendo la posibilidad de llegar hasta la despensa, cuando, al mirar a Augustus, que estaba echado enfrente de mí, noté que se ponía de pronto intensamente pálido y que le temblaban los labios del modo más singular e inexplicable. Muy alarmado, le pregunté qué le sucedía, pero no me contestó, y va empezaba a creer que se había puesto malo de repente, cuando advertí que sus ojos se clavaban aparentemente como en un objeto que hubiese detrás de mí. Volví la cabeza, y jamás olvidaré el éxtasis de alegría...

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