Lágrimas: 27

Capítulo XXVI 27 Pág. 27 de 31 Lágrimas Fernán Caballero Después que D. Roque trajo su hija a Villamar y la dejó instalada en casa de su pariente, con la agradable perspectiva de que mejoraría de salud, se establecería allá casándose con su primo el interesante Tiburcio, y que sería muy feliz, cosas todas que le parecían sencillas y seguras consecuencias unas de otras, quiso darse la satisfacción el sibarita de disfrutar por su cuenta. Libre ya de todo cuidado en punto a su hija, esa poquita cosa, como él la llamaba, a la que había hallado una colocación proporcionada al aprecio en que la tenía; dueño único y absoluto de millón y medio de duros, encumbrado por estos entre las notabilidades de la aristocracia financiera, satisfechos sus afanes pensó en satisfacer sus deseos. Mas antes de pasar adelante, tenemos acá que satisfacer tu curiosidad, lector de las Batuecas, que se ha despertado con las palabras de que nos hemos valido. Lector, tú eres...

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