La vuelta al mundo en la Numancia : 28

La vuelta al mundo en la Numancia Capítulo XXVIII de Benito Pérez Galdós El cabo de cañón Ansótegui y los dos fogoneros se sostenían en los medios de sufrimiento, con esperanza de mejorar en cuanto llegaran a un país bien surtido de limones y naranjas. Era el viaje de una lentitud desesperante, por lo apacible del viento y el poco tirar de la corriente. La Numancia con todo su aparejo al aire no daba más de cuatro o cinco millas por hora. Como arreciara el mal escorbútico en los otros barcos, se les dio orden de abandonar la navegación en conserva, adelantándose cada cual todo lo que pudiese. Berenguela y Vencedora y los transportes se perdieron de vista; quedó sola la blindada, arrastrándose como podía por las aguas quietas, con sus tripulantes medio muertos de inanición y de quietismo tedioso. Lentos, monorrítmicos, transcurrieron días de Mayo, días de Junio... El tiempo navegaba por las aguas dormidas de la laguna Estigia... Y los hombres, como atontadas...

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