La última fada: novela inédita: 08

Con un grito de ansiedad infinita, de pasión insensata, Isayo atrajo a sí a la Fada, que se dejó ir. -¿No me conociste? -balbucía ella, envolviéndole en el manto de seda de la cabellera luminosa.- ¿No me conociste, di, amor mío? Yo era quien bajo el nombre y la figura de Tronco, te acompañaba, te defendía, trataba de que el camino te fuese menos largo y las horas menos difíciles. Yo no me separé de ti ni un instante. Yo era Tronco, tu escudero... Y ahora, cumpliendo mi promesa, acudo cuando me llamas... Pero ¿por qué me has llamado? Nuestra pasión es fatal, y te pido, Isayo, que la olvides, como olvidarás la impresión tremenda del baile de los gigantes. En mal hora y con mal sino cuidé de ti; en mal hora también te llevé al castillo de tu padre, a que, desde el seno de la muerte, te armase caballero. -No digas eso, amada mía, -murmuraba, vibrante de ansiedad y de locura, el paladín. En buen hora te encuentro, en buen hora has vuelto a aparecérteme con tu...

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