La última fada: novela inédita: 03

Al otro día se provistó el doncel de algunas armas, y Angriote -lamentando que quisiese salir a correr aventuras, cuando allí poseía la paz, la pureza de la conciencia- bendijo sobre su pecho una santa reliquia, encerrada en relicario de nácar y plata, ofrenda de marinos venidos de lueñes tierras orientales. Y al ir a trasponer el sol, con paso ligero, acudió a la cita, ansioso de volver a ver a la Fada. Ella le esperaba ya. Un capuchón gris cubría sus dorados cabellos; la sacra hoz de oro brillaba en su cintura. -No temas, lindo ahijado -susurró, en voz cristalina, semejante a la del agua al caer en el pilón de las fuentes encantadas. -¡Oh madrina! -protestó el doncel.- ¿Temer? No sé lo que es. Vamos pronto al castillo del poderoso señor, o a la corte del Rey, que ha de conferirme la orden de Caballería. -Vamos a donde la has de recibir -contestó Bibiana; y se adelantó, con ligero paso. Leguas y leguas anduvieron. Seguían la orilla del mar, bordeando peñascales y...

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