La tierra de todos : 2
La tierra de todos
de
Vicente Blasco Ibáñez
II
La marquesa de Torrebianca encontró «altamente interesante» al amigo
de su esposo.
Había regresado á su casa muy contenta. Sus preocupaciones de horas
antes por la falta de dinero parecían olvidadas, como si hubiese
encontrado el medio de amansar á su acreedor ó de pagarle.
Durante el almuerzo, tuvo Robledo que hablar mucho para responder á
las preguntas de ella, satisfaciendo la vehemente curiosidad que
parecían inspirarle todos los episodios de su vida.
Al enterarse de que el ingeniero no era rico, hizo un gesto de duda.
Tenía por inverosímil que un habitante de América, lo mismo la del
Norte que la del Sur, no poseyese millones. Pensaba por instinto, como
la mayor parte de los europeos, siéndole necesaria una lenta reflexión
para convencerse de que en el Nuevo Mundo pueden existir pobres como
en todas partes.
--Yo soy todavía pobre--continuó Robledo--; pero procuraré terminar
mis días como...
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