La tierra de todos : 14
La tierra de todos
de
Vicente Blasco Ibáñez
XIV
Empezaban á retirarse los parroquianos más trasnochadores del boliche,
cuando llegó Robledo ante la casa ocupada por Elena.
Subió con pasos quedos la escalinata, llamando discretamente á la
puerta después de unos instantes de vacilación. La puerta se abrió al
poco rato, asomando á ella Sebastiana, sorprendida por este
llamamiento cuando iba á acostarse.
Llevaba la dura cabellera dividida en numerosas trenzas, cada una con
un lacito en la punta, y procuraba taparse con la enorme redondez de
sus brazos una parte del pecho cobrizo, no menos exuberante, puesto al
descubierto por el desabrochado corpiño. Sus ojos iracundos y
anunciadores del chaparrón de malas palabras con que pensaba acoger al
importuno se dulcificaron viendo á Robledo, y antes de que éste
hablase, dijo ella con amabilidad:
--La patrona está en su dormitorio y el marqués ha salido con su
maldita caja de pistolas. Yo creía que estaba donde...
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