La tierra de todos : 13
La tierra de todos
de
Vicente Blasco Ibáñez
XIII
Acabaron su cena silenciosamente Watson y Robledo, preocupados por lo
que había ocurrido horas antes en el parque inventado por Canterac.
Un obstáculo invencible parecía haberse levantado entre los dos.
Watson tenía el rostro sombrío y evitaba mirar á Robledo. Éste, al
poner de vez en cuando los ojos en su asociado, sonreía con una
expresión amarga. Pensaba en Elena, dominadora y malvada, que tal vez
había aconsejado á Ricardo contra él.
Se levantó el joven de la mesa, saludando con algunas palabras
confusas, y tomó el sombrero para salir.
«Va á verla--se dijo el español--. Ya no vive tranquilo si no está á
su lado.»
En la calle central encontró Watson muchos grupos discutiendo
acaloradamente. Los rectángulos rojos que proyectaban sobre el suelo
las puertas del boliche eran eclipsados con frecuencia por las sombras
de los que entraban y salían. Adivinó que todos disputaban sobre lo
ocurrido...
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