La tierra de todos : 11

La tierra de todos de Vicente Blasco Ibáñez XI Poco después de la salida del sol abandonó Moreno su casa, por haberle llamado Canterac urgentemente. Al entrar en el alojamiento del ingeniero encontró á éste paseando con impaciencia. Se había puesto ya las botas altas y el pantalón de montar. Un cinturón con revólver y su blusa estaban sobre una silla. Con las mangas de la camisa recogidas y la pechera abierta, mostraba aún las frescas señales de su ablución matinal. Su rostro era más duro y autoritario que otros días. Una idea tenaz y molesta parecía colgar de su fruncido entrecejo. Sobre los muebles y en los rincones había numerosos paquetes envueltos en papel fino, atados y sellados elegantemente. Se adivinaba que el ingeniero había dormido mal, por culpa de aquella idea que deseaba exponer á Moreno. Éste tomó asiento, preparándose á oir. Canterac se mantuvo de pie para seguir paseando, y dijo al oficinista: -Ese Pirovani, á pesar de su...

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