La tierra de todos : 1
La tierra de todos
de
Vicente Blasco Ibáñez
I
Como todas las mañanas, el marqués de Torrebianca salió tarde de su
dormitorio, mostrando cierta inquietud ante la bandeja de plata con
cartas y periódicos que el ayuda de cámara había dejado sobre la mesa
de su biblioteca.
Cuando los sellos de los sobres eran extranjeros, parecía contento,
como si acabase de librarse de un peligro. Si las cartas eran de
París, fruncía el ceño, preparándose á una lectura abundante en
sinsabores y humillaciones. Además, el membrete impreso en muchas de
ellas le anunciaba de antemano la personalidad de tenaces acreedores,
haciéndole adivinar su contenido.
Su esposa, llamada «la bella Elena», por una hermosura indiscutible,
que sus amigas empezaban á considerar histórica á causa de su
exagerada duración, recibía con más serenidad estas cartas, como si
toda su existencia la hubiese pasado entre deudas y reclamaciones. Él
tenía una concepción más anticuada del honor,...
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