La tía Tula:VI

Venía ya el tercer hijo al matrimonio. Rosa empezaba a quejarse de su fecundidad. «Vamos a cargamos de hijos», decía. A lo que su hermana: « ¿Pues para qué os habéis casado?» El embarazo fue molestísimo para la madre y tenía que descuidar más que antes a sus otros hijos, que así quedaban al cuidado de su tía, encantada de que se los dejasen. Y hasta consiguió llevárselos más de un día a su casa, a su solitario hogar de soltera, donde vivía con la vieja criada que fue de don Primitivo, y donde los retenía. Y los pequeñuelos se apegaban con ciego cariño a aquella mujer severa y grave. Ramiro, malhumorado antes en los últimos meses de los embarazos de su mujer, malhumor que desasosegaba a Gertrudis, ahora lo estaba más. –¡Qué pesado y molesto es esto! –decía. –¿Para ti? –le preguntaba su cuñada sin levantar los ojos del sobrino o sobrina que de seguro tenía en el regazo. –Para mí, sí. Vivo en perpetuo sobresalto, temiéndolo todo. –¡Bah!...

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