La rosa blanca

Brisas de primavera La rosa blanca de Julia de Asensi Una hermosa mañana de Junio salió la niña Margarita a pasear con su aya. Era hija única y sus padres le otorgaban hasta los caprichos más raros y más costosos. De esto resultaba que era muy voluntariosa y no podía soportar la menor contradicción. Habían estado primero en una frondosa alameda y luego penetraron en una calle a cuyos dos lados se veían preciosos jardines. La institutriz, que conocía de nombre o de trato a los propietarios de la mayor parte de ellos, iba diciendo a la niña quiénes eran, y esta la escuchaba con indiferencia exclamando a cada momento cuando se paraba delante de una verja: -¡Hermosos claveles! pero los de mi jardín son más dobles. -Mira qué dalias, pero las mías tienen colores más variados. -Repara qué jazmines y qué heliotropos, pero me agradan más los que cultiva mi jardinero. Al llegar a la última de aquellas posesiones, Margarita se detuvo y el aya le dijo: -Esta...

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