La Revolución de Julio : 16

La Revolución de Julio Capítulo XVI de Benito Pérez Galdós Mi mujer y yo señalamos para la mañana del siguiente día la captura y examen del hojalatero; pero el oficioso polizonte, desviviéndose por servirme, nos trajo el chico aquella misma noche. Le cazó en la calle del Desengaño cuando salía con un recado de arandelas de latón para la Cofradía de la Leche y Buen Parto, y después de acompañarle hasta dejar las piezas en San Luis, le condujo a nuestra casa, en calidad de preso, sin darle más explicaciones que la oferta de una paliza si alborotaba por el camino. Llegó a nuestra presencia consternado el pobre rapaz, y lo menos que pensaba y temía era que le íbamos a condenar a cadena perpetua. A mi mujer y a mí nos dio lástima de verle tan compungido y lloroso, como un reo que se dispone a confesar sus tremendos crímenes, entregándose a la compasión y a la indulgencia de sus jueces. Trabajo nos costó apartarle de los ojos los puños, y hacerle comprender...

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