La Revolución de Julio : 10

La Revolución de Julio Capítulo X de Benito Pérez Galdós Suspendió María Ignacia la lectura, y llevose la mano al pecho, como si el aliento le faltara. Un ratito estuvimos los dos silenciosos, mirándonos. Yo fui el primero en vencer la emoción. -¿Qué piensas de esto? -le dije-. ¿Te parece que debemos apurar las averiguaciones del sitio en que están, para que pueda ir allá la Guardia Civil y traerles codo con codo? -Eso no... ¡pobrecitos! Sepamos dónde están para mandarles un par de mantas, ropa, comida... Pero ¿no vivirían mejor en un pueblo, por miserable que fuera? -Ya ves que no les va tan mal en ese despoblado. Es muy probable que en un villorrio, asistido Ley por curanderos o veterinarios, y metido en un local fétido, no habría escapado de la muerte, mientras que, en la choza ventilada, el cariño de Mita y las agüitas con azúcar le han sacado adelante. -¿Y por qué la llamará Mita? ¿Qué quiere decir Mita? -Contracción será de algún nombre...

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