La princesa y el granuja : 9
La princesa y el granuja : 9
de Benito Pérez Galdós
En seguida principió el baile. Varios canarios cantaban en sus jaulas «walses» y habaneras, y las cajas de música tocaban solas, así como los clarinetes y cornetines, que se movían a sí mismos sus llaves con gran destreza. Los violines también se las componían de un modo extraño para pulsarse a sí propios sus cuerdas, y las trompetas se soplaban unas a otras. La música era un poco discordante; pero Migajas, en la exaltación de su espíritu, la hallaba encantadora.
No es necesario decir que la Princesa bailó con nuestro héroe. Las otras damas tenían por pareja a militares de alta graduación, o a soberanos que habían dejado sus caballos a la puerta. Entre aquellas figuras interesantísimas se veía a Bismarck, al Emperador de Alemania, a Napoleón y a otros grandes hombres. Migajas no cabía en su pellejo de puro...
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