La princesa y el granuja : 6

La princesa y el granuja : 6 de Benito Pérez Galdós En el pórtico de la casa grande donde se detuvo el coche, cesaron las ilusiones del granuja, porque un criado le dijo que si manchaba el piso con sus pies enlodados, le rompería el espinazo. Ante esta abrumadora razón, Migajas se retiró, lleno el corazón de un ardiente anhelo de venganza. Su fogoso temperamento le impulsaba a seguir adelante, arrojándose en brazos de la fortuna y en las tinieblas de lo imprevisto. Su alma se adaptaba a las ruidosas y dramáticas aventuras. ¿Qué hizo el muy pillo? Pues concertarse con los que iban a recoger la basura a la casa donde estaba en esclavitud su adorada, y por tal medio, que podrá no ser poético, pero que revela agudeza de ingenio y un corazón como la copa de un pino, Migajas se introdujo en el palacio. ¡Cómo le palpitaba el corazón cuando subía y penetraba en la cocina! La idea de estar cerca de ella...

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