La princesa y el granuja : 12

La princesa y el granuja : 12 de Benito Pérez Galdós «Ínclito Migajas, lo que acabas de hacer, lejos de amenguar el amor que puse en ti, lo aumenta, porque me has probado tu valor indómito, triunfando con facilidad de toda esa caterva de muñecos bufones, la peor casta de seres que conozco. Movida por los dulces afectos que me impulsan hacia ti, te propongo ahora solemnemente que seas mi esposo, sin pérdida de tiempo.» Pacorrito cayó de rodillas. «Cuando nos casemos -continuó la señora-, no habrá uno solo de esos emperadorcillos y cancilleretes que no te acate y reverencie como a mí misma, porque has de saber que yo soy la Reina de todos los que en aquesta parte del mundo existen, y mis títulos no son usurpados, sino transmitidos por la divina Ley muñequil que estableciera el Supremo Genio que nos creó y nos gobierna.» -Señora, señora mía -dijo, o quiso decir Migajas-; mi dicha es...

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