La princesa y el granuja : 11
La princesa y el granuja : 11
de Benito Pérez Galdós
Cuando esto decía, el señor de Bismarck miraba a Pacorrito con expresión de burla tan picante y maligna, que nuestro insigne héroe se llenó de coraje. En el mismo instante, el tuno del canciller disparó una bolita de pan con tanta puntería que por poco deja ciego a Migajas. Pero éste, como era tan prudente y el prototipo de la circunspección, calló y disimuló.
La Princesa le dirigía miradas de amor y gratitud.
«¡Cómo me estoy divirtiendo! -repitió Bismarck dando palmadas con sus manos de madera.- Mientras llega la hora de volver junto al reloj y de oír su incesante tic-tac, divirtámonos, embriaguémonos, seamos felices. Si el caballero Pacorrito quisiera pregonar La Correspondencia, nos reiríamos un rato.»
-El señor de Migajas- dijo la Princesa mirándole con benevolencia-, no ha venido aquí a...
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