La pastora y el deshollinador

La pastora y el deshollinador de Hans Christian Andersen ¿Has visto alguna vez un armario viejo de verdad, ennegrecido por el paso del tiempo y cargado profusamente de todo tipo de ornamentos? Pues... en una sala había uno exactamente así. Fue heredado de la bisabuela y estaba adornado con rosas y tulipanes, tallados en la madera con dudoso acierto. Tenía las más extrañas espirales y entre ellas asomaban cabecitas de ciervos con exagerada cornamenta. En medio del armario sobresalía un personaje de cuerpo entero, muy ridículo y con una expresión burlona en su rostro. Tenía patas de cabra, cuernos en la frente y una larga barba. Los niños de la casa le llamaban Super-subgeneral-comandante-sargentochusquero Patas de Cabra. Era un nombre muy difícil de pronunciar, no habiendo muchos en la milicia que hayan alcanzado un grado tan alto; el mérito del personaje queda demostrado, sin duda, por el hecho de haberlo tallado con tanta minuciosidad. En fin, el caso es que allí...

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