La paella del prócer: 2

none Pág. 2 de 4 La paella del prócer Vicente Blasco Ibáñez Vivía en un pueblo cercano, casado con la mujer que le impulsó a matar por vez primera, rodeado de hijos, paternal, bondadoso, fumando cigarros con la Guardia Civil, que obedecía órdenes superiores, y cuando, a raiz de alguna hazaña, había que fingir que le perseguían, pasaba algunos días cazando en el monte, entreteniendo su buen pulso de tirador. Había que ver como le obsequiaban y atendían durante la paella los notables del distrito: «Bolsón, este pedazo de pollo.» «Bolsón, un trago de vino.» Y hasta los curas, riendo con un ¡jo, jo! bondadosote, me daban palmaditas en la espalda, diciendo paternalmente: «¡Ay Bolsonet, qué malo eres!» Por él se celebraba aquella fiesta. Sólo por él se había detenido en la cabeza del distrito el majestuoso don José, de paso para Valencia. Quería tranquilizarle y que cesase en sus quejas, cada vez más alarmantes. Como premio por sus atropellos en...

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