La mula y el buey: 7

¡Hermosa fiesta la de esta noche en casa de los señores de ***! Los tambores atruenan la sala. No hay quien haga comprender a esos endiablados chicos que, se divertirán más renunciando a la infernal bulla de aquel instrumento de guerra. Para que ningún inhumano oído quede en estado de funcionar al día siguiente, añaden al tambor esa invención de Averno llamada zambomba, cuyo ruido semeja a gruñidos de Satanás. Completa la sinfonía el palmero, cuyo atroz chirrido de calderería vieja alborota los nervios más tranquilos. Y sin embargo, esta discorde algazara sin melodía y sin ritmo, más primitiva que la música de los salvajes, es alegre en aquesta singular noche, y tiene cierto sonsonete lejano de coro celestial. El Nacimiento no es una obra de arte a los ojos de los adultos; pero los chicos encuentran tanta belleza en las figuras, expresión tan mística en el semblante de todas ellas, y...

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