La Montálvez: II-17

La Montálvez-Parte II: Capítulo XVII de José María de Pereda No me sorprendió la noticia que me dieron al entrar en mi casa: la estaba temiendo desde que salí de ella. Los martirios del alma de la pobre Luz se habían dejado sentir también en su cuerpo. La hallé tendida sobre la cama, y con la habitación medio a obscuras. Le molestaban la claridad y los ruidos; sentía dolorida la cabeza, y una impresión muy desagradable en todas las coyunturas. La toqué la frente, y la tenía ardorosa; en cambio, las manos estaban muy frías. Respondía a mis preguntas con pocas palabras y sin abrir los ojos. Contaba yo con algún trastorno físico después de la borrasca moral; pero no tan grande como el que me anunciaban aquellos síntomas, si es que no los abultaba la triste luz que ennegrecía ya todas las cosas en mi imaginación. «Intenté sondear sus ánimos, informándola poco a poco y a mi gusto de lo que había hecho fuera de casa, y exagerándola bastante el éxito de mi...

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