La Montálvez: II-11

La Montálvez-Parte II: Capítulo XI de José María de Pereda Un mozo rico, muy guapo, de alma noble, de claro y bien cultivado entendimiento, sin gota de sangre azul en las venas y sin trato ni conexiones de ninguna especie con el «gran mundo», era cuanto, puesta a soñar, hubiera soñado la Montálvez para novio de su hija. Y este novio existía de verdad, y amaba a Luz, y Luz estaba enamorada de él. Hasta aquí el asunto iba rodando sobre carriles de seda y oro. Pero Ángel, el autor de aquella novela nonata, en la cual se hilaba tan delgado a propósito de las hijas buenas de madres malas, resultaba, a última hora, pedazo de las entrañas de aquel espectro que parecía no tenerlas para las madres pecadoras, y que la marquesa no podía olvidar, con no haberle visto más que una vez; y con este resultando y aquellas dudas novelescas del mozo, ya el asunto cambiaba de aspecto y de marcha, y hasta cabía pensar en que descarrilara, si el diablo se metía por medio con una de...

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