La más feliz

La más feliz de Hans Christian Andersen -¡Qué rosas tan bellas! -dijo el Sol-. Y todas las yemas se abrirán, y serán tan hermosas como ellas. ¡Son hijas mías! Yo les he dado el beso de la vida. -Son hijas mías -dijo a su vez el rocío-. Les he dado a beber mis lágrimas. -Pues yo diría que su madre soy yo -exclamó el rosal-. Ustedes no son sino los padrinos, que les ofrecieron un regalo según sus posibilidades y su buena voluntad. -¡Rosas, hermosas hijas mías! -dijeron los tres, y les deseaban a todas la mayor felicidad de que puede gozar una rosa. Sin embargo, una sola podía ser la más feliz; y otra debía ser la menos feliz de todas. Era inevitable. Pero, ¿cuál sería? -Yo lo averiguaré -dijo el viento-. Voy volando hasta muy lejos y en todas direcciones, me meto en las rendijas más estrechas, sé lo que pasa en todas partes. Todas las rosas abiertas oyeron la conversación, y los capullos henchidos, también. En esto se presentó en el jardín una madre...

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