La loca de la casa: 3

La loca de la casa de Vicente Blasco Ibáñez Capítulo III Al terminar la guerra recobró poco á poco la ciudad su antiguo aspecto. Empezaron á volver á ella los vecinos huídos, y los que habían soportado durante más de cuatro años la dominación extranjera les relataban sus miserias. Regresaron también en pequeños grupos los deportados al interior de Alemania, pero su número había disminuido durante la esclavitud. Eran muchos los que se quedaban para siempre en las entrañas de aquella tierra aborrecida y hostil. Entre tantas desgracias, representaba una alegría para la ciudad la certeza de que Simoulin, «nuestro poeta», no había muerto. Es más; al principio, los enemigos lo habían tratado sin ninguna consideración, pero el mérito no puede permanecer mucho tiempo en la obscuridad, y cierto profesor alemán que había sostenido en otro tiempo correspondencia con el grande hombre sobre hallazgos arqueológicos, al saberle prisionero, consiguió trasladarlo á...

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