La instrucción del obrero: 3

¿Querrá el obrero recibir lecciones de economía social? ¿Habrá quien se las dé? Estas preguntas formulan dos dificultades grandes, pero no imposibles. Es una triste ley que las necesidades del espíritu se hagan sentir menos cuando son mayores; a pesar de ella, las ideas se van infiltrando, aunque muy despacio, en esas muchedumbres (en una parte al menos) que parecían impenetrables a la cultura. En los establecimientos para la instrucción del obrero, cualquiera que sea su índole y manera de funcionar, se ven algunos que admiran a las personas de buena voluntad y de buen sentido, que observan la perspicaz inteligencia en unos, la asiduidad y constancia en otros, y en algunos la especie de heroísmo con que, después de un trabajo rudo, mal vestidos y peor calzados, arrostran la intemperie por ir a aprender, muchas veces sin que esperen ventaja material de lo que aprenden, y sólo por el gusto de saber. De entre estos obreros (que los hay donde quiera que se enseña)...

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