La fontana de oro : 40
La fontana de oro Capítulo XXXIX Un momento de calma
de Benito Pérez Galdós
Bozmediano y Lázaro hablaron poco por el camino. Al llegar a la casa de Pascuala, serían las diez de la mañana, lo primero que vieron fue a Pascuala fregando vasos. Preguntáronle si había venido Clara a su casa, y ella contestó:
«Anoche, sí, señor; después de media noche vino. Pero ya reconozco al caballerito sobrino de mi amo, que estuvo allá a preguntarme por su tío».
-¡Gracias a Dios! -exclamó este-. ¡Qué suerte hemos tenido!
-La pobre llegó esta mañana y se desmayó -dijo Pascuala-. Está muy malita; todavía no ha hablado palabra si no es pa delirar. Vino que no se podía tener, toda mojada, temblando de frío, y las lágrimas le corrían por la cara abajo.
-¿Dónde está?
-Allí, en mi alcoba y en mi cama. Pascual se quedó en el desván, y yo en el suelo, al lado de ella. Está muy malita: empezó a dar unas manotadas y a decir que venían volando unas... ¿cómo...
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