La fontana de oro : 38

La fontana de oro Capítulo XXXVII El «via-crucis» de Clara de Benito Pérez Galdós Mucho horror inspiraba a la huérfana la casa de las de Porreño, aunque no tenía otra. Así es que su primer impulso al verse en la calle fue huir, correr sin saber a dónde iba para no ver más tan odiosos sitios. Anduvo corto trecho, dobló la esquina y se paró. Entonces comprendió mejor que antes lo terrible de su situación. Al ver que no podía dirigirse a ninguna parte, porque a nadie conocía, le ocurrió esperar cerca de la casa a que entraran Elías o su sobrino. Pero el primero había dicho que no volvería hasta dentro de tres días, y el segundo, que sospechaba tan mal de ella, sería capaz de confirmarse en su creencia al verla arrojada de la casa por las señoras. Ella necesitaba, sin embargo, ver a Lázaro y contarle todo. Si él daba crédito a su explicación, ¿qué harían los dos, tan desamparado el uno como el otro? Decidió, sin embargo, esperarle allí, apoyada en...

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