La fontana de oro : 34

La fontana de oro Capítulo XXXIII Las arpías se ponen tristes de Benito Pérez Galdós Mucho le asombró a Lázaro lo que pasó en la casa de la calle de Belén el día después de su excursión a la plazuela de Afligidos, que fue el día mismo de la sesión que hemos referido. Serían las tres de la tarde cuando entró su tío; las dos arpías se abalanzaron hacia él, y con la hiel propia de sus caracteres emponzoñados, le dijeron, disputándose a cuál hablaba primero: «¡Ah, señor don Elías: no sabe usted lo incomodadas que nos tiene este mozalbete! ¿No sabe usted a qué hora entró anoche? ¿Lo creerá usted? ¡A las doce!... ¡Qué escándalo! ¡En una casa como esta, en una casa de paz, de decoro, de virtudes! A las doce entró este caballerito, que sin duda pasó la noche en alguno de esos clubes, como dicen, quizás alborotando y aprendiendo todas esas herejías que andan ahora por ahí. ¿Qué le parece a usted? ¿Pero no se irrita usted, señor don Elías?...

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