La fontana de oro : 26

La fontana de oro Capítulo XXV Virgo Prudentísima de Benito Pérez Galdós Visitemos a los dos huéspedes del cuarto segundo en la noche siguiente a la de su instalación. Prodigioso esfuerzo del genio doméstico de María de la Paz Jesús había podido acomodar dos camas en la habitación alta. Lázaro acababa de acostarse en la suya, tratando de reparar las fuerzas perdidas; su tío velaba sentado en el sillón de vaqueta que junto a la cama tenía, y se ocupaba en hojear unos papeles, leyendo a ratos y escribiendo un poco algunas veces. De repente el viejo se volvía; miraba a su sobrino, que no podía librarse de cierto temor cuando veía, dirigidos hacia él, aquellos dos ojos de lechuzo. Parecía querer hablar al joven de alguna cosa importante, y no atreverse por no tener confianza en su discreción. Después de la llegada de Lázaro a la casa, tío y sobrino no habían hablado nada de política. El fanático creyó que su protegido no era capaz de tener entereza y...

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