La farisea : 11

Capítulo X 11 Pág. 11 de 12 La farisea Fernán Caballero Quince días después hallábase instalada Bibiana en el lucido estrado de la casa que había tomado y montado con todo lujo en Madrid. El lujo, cual la luz a las mariposas, había atraído allí a un crecido círculo de gentes ociosas; y el buen recuerdo del general, que tenía muchos amigos, había reunido al rededor de su mujer militares de graduación y de categoría; por lo cual Bibiana vio con indecible satisfacción a su tertulia mencionada en las gacetillas de los periódicos. Estaba intrigando y esperaba conseguir el ser convidada a un banquete que debía darse en Palacio; así, pues, había llegado esta mujer al apogeo de su constante afán de figurar, y de su anhelo por la pompa vana. En la embriaguez que le causaban sus satisfacciones y sus lauros, leía con distracción las cartas que recibía de su marido, y con impaciencia las postdatas que solía añadir Luciano, al que encargaba el general...

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