La desheredada : 2-09

La desheredadaSegunda ParteCapítulo IXLa caricia del oso de Benito Pérez Galdós En todo este periodo de desastre, en que los tres desgraciados habitantes de aquella casa (Abades, 40) se iban desprendiendo de su equipaje, como el buque náufrago que arroja su carga para mantenerse una hora más sobre las olas, Juan Bou los visitaba todas las noches después del trabajo. Isidora ocultaba cuidadosamente la lenta y dolorosa catástrofe, procurando dar a la casa cierto aspecto de orden, y velar sus afanes bajo apariencias de mentirosa tranquilidad. Movido de un galante respeto hacia Isidora, Bou violentaba su palabra para que no fuese áspera, y así, hablando del pueblo y de la liquidación social, usaba términos blandos y oraciones trabajosamente delicadas que salían de su boca, como los gorjeos de un buey que se propusiera ser émulo de los ruiseñores. En esto se conocía la pasta de su corazón. Miquis había hecho del buen litógrafo infinitas definiciones. Era, según...

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