La de San Quintín: 25
La de San Quintín
de Benito Pérez Galdós
Escena X
ROSARIO, después RAFAELA.
ROSARIO.- (Dejando de amasar, coge el rodillo para extender la masa.) ¡Ay Dios mío! (Suspirando fuerte.) ¡Si apenas me atrevo a decírmelo a mí misma! Pero es un hecho, y me lo digo, me lo confieso, me lo arrojo a mi propia cara... Las ideas de este hombre me seducen, me enamoran... No, no son las ideas, es la persona, es él... (Ha extendido la masa formando una placa sobre el tablero. Con el cuchillo saca una tira de masa. Suspende el trabajo, cogiendo entre los dedos un pedacito de masa, y trabajando maquinalmente, pensando en otra cosa.) ¿Pero qué? Rosario, ¿no te avergüenzas de tu debilidad? ¡Enamorada de un pobre bastardo!... de un... ¡Ah! si yo pudiera hacer un mundo nuevo, sociedad nueva, personas nuevas, como hago con esta pasta las figuritas que se me antojan! (Examinando una figurita que ha moldeado rápidamente.) No, no; hay, que aceptar el muñeco humano, como él...
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