La de los tristes destinos : 32
La de los tristes destinos Capítulo XXXII
de Benito Pérez Galdós
«Cálmate... repara con quién hablas -le dijo Tarfe gravemente-. Disculpo tus inconveniencias, reconociendo tu ofuscación... Yo no calumnio, yo no miento... Repito lo que me han dicho personas dignas de todo crédito...».
-Es falso -replicó Ibero con estridente voz-. Yo afirmo que miente quien tal ha dicho, y espero encontrar al infame para partirle el corazón y no dejarle gota de sangre en el cuerpo.
-Muy bonito, muy trágico... de pura tragedia provinciana y de guardarropía... Si no te moderas, llamaré a la Guardia civil... Deja a un lado el furor, arma vieja que no sirve para nada, y ven a la razón...
-No vengo ni voy más que a mi protesta contra ese engaño; no voy ni vengo más que a matar al que me ha deshecho mi vida, sea quien fuere... Don Manuel, perdóneme que le haya dicho lo que a usted no debo decirle, porque usted no es culpable; el culpable es mi Destino, yo quizás, que nunca debí...
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