La de los tristes destinos : 29

La de los tristes destinos Capítulo XXIX de Benito Pérez Galdós Al poner el pie en la cubierta de la Zaragoza, Prim no disimuló su júbilo. Topete y Malcampo, guardando al General la debida cortesía, permanecieron un rato vacilantes y cortados, sin encontrar en su pensamiento la fórmula de las congratulaciones para casos como aquel, más frecuentes en las comedias que en la vida. No esperaban a Prim tan pronto; esperaban a los Generales traídos de su destierro de Canarias. Cambiado por el acaso, por lo que fuera, el orden de las cosas, se les desconcertaban las ideas y hasta el vocabulario. No podían decir a uno lo que cada cual llevaba preparado en su caletre para decirlo a otros... Creyérase que el inesperado huésped entraba en la fragata como un golpe de mar, alterando por un momento la estabilidad... de los perplejos tripulantes. Reunidos marinos y paisanos en la cámara del Comandante, antes de meterse en deliberaciones se acudió a reparar las fuerzas de los que...

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