La de Bringas: 48

XLVIII(La de Bringas) de Benito Pérez Galdós Como, a pesar de esto, no se los ponía en la mano, Rosalía estaba en ascuas. -Y le voy a dar un consejo -prosiguió la miserable-, un buen consejo, para que vea que me intereso por la familia. Y es que no ande en líos con doña Milagros, que es capaz de volver del revés a la más sentada. Métase en su rincón, a la vera del pisa-hormigas, y déjese de historias... No vaya más a casa de Sobrino y créame. Es mucho Madrid éste. No se fíe de los cariñitos de la Tellería, que es muy ladina y muy cuca. Rosalía daba cabezadas de aquiescencia. Por fin, la Sánchez puso en su mano los billetes... ¡Oh!, ¡qué descanso sintió en su alma la desdichada señora!... Por si a la diablesa se le ocurría quitárselos, decidió marcharse sin tardanza. -¿Qué, se va usted? -Es muy tarde. No puedo perder ni un minuto. Ya sabes que te lo agradezco mucho. ¡Ah!... ¿Quieres que hagamos un recibito? -No hace falta -dijo Refugio con arranque,...

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