La de Bringas: 32

XXXII(La de Bringas) de Benito Pérez Galdós No hay felicidad que no tenga su pero, y el de la felicidad de la marquesa era que para completar la suma hacían falta unos cinco mil... Porque sí; estaba pendiente una cuentecilla... Esto no venía al caso. En lo relativo a interés, lo mismo le daba dos, que cuatro, que seis. -Esto es material, hija, y mientras más provecho para usted, mayor será mi satisfacción. Dudó Rosalía un ratito; pero al fin todo fue arreglado a gusto de entrambas, y aquella misma tarde se extendió y firmó el contrato en la Furriela, con todas las precauciones necesarias para que Isabelita, que andaba husmeando por allí, no se enterase de nada. Milagros se despidió de don Francisco con las frases más cordiales y caramelosas que había pronunciado en su vida. -¡Oh!, ¡qué mujer tiene usted! Dios le ha mandado uno de sus arcángeles predilectos. No se queje usted de su mal, querido amigo, pues eso no vale nada, y pronto sanará. Dé gracias a Dios,...

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