La de Bringas: 29

XXIX(La de Bringas) de Benito Pérez Galdós Los candelabros de plata..., el peligro de que su marido descubriese pronto que habían hecho un viaje a Peñaranda de Bracamonte..., el medio de evitar esto..., el señor de Pez, su ideal... ¡Oh, qué hombre tan extraordinario y fascinador! Qué elevación de miras, qué superioridad!... Con decir que era capaz, si le dejaban, de organizar un sistema administrativo con ochenta y cuatro Direcciones generales, está dicho lo que podía dar de sí aquella soberana cabeza... ¡Y qué finura y distinción de modales, qué generosidad caballeresca!... Seguramente, si ella se veía en cualquier ahogo, acudiría Pez a auxiliarla con aquella delicadeza galante que Bringas no conocía ni había mostrado jamás en ningún tiempo, ni aun cuando fue su pretendiente, ni en los días de la luna de miel, pasados en Navalcarnero... ¡Qué tinte tan ordinario había tenido siempre su vida toda! Hasta el pueblo elegido para la inauguración matrimonial...

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