La Corte de Carlos IV : 28

La Corte de Carlos IV : 28 de Benito Pérez Galdós No quise estar más allí; salí decidido a huir para siempre del vergonzoso arrimo de cómicos y danzantes, de damas intrigantuelas y de hombres corrompidos y fatuos. Al salir, un vivo deseo de correr a casa de Inés llenaba mi alma toda. Volé al cuarto piso tomando la pequeña escalera, y por el camino, en mi precipitada marcha, iba arrojando los postizos y adornos que me habían servido para la representación. Aquí dejé las barbas y bigotes, allí las plumas de mi sombrero, más allá la escarcela, y por último eché a rodar el tahalí y el collar. Me parecían prendas de ignominia que no debían ir sobre mí al presentarme en la casa del reposo. Subí y entré: el padre Celestino me abrió la puerta, y al punto advertí que sus ojos habían llorado. -La pobre doña Juana ha muerto hace dos horas -dijo contestando...

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