La corona de fuego: 42

La corona de fuego o los subterráneos de las torres de Altamira de José Pastor de la Roca Capítulo XI - El espía Un venablo partió de la espesura, Silbó en los aires, y al clavar violento El acero mortífero, sangriento, En aquel infeliz... la noche oscura Pareció murmurar un triste acento Que inspiraba pavura. Mientras tanto, y algunas horas después de la salida del cuadrillero del asilo de Santa Susana, un escudero, al parecer, de Altamira, según se anunciara, llegaba a la alquería de Briones, e insistía en que se le abriesen las puertas del castillejo, portador que aseguraba ser de órdenes urgentes. La guarnición, que había recibido una orden reservada del capitán, hacíala valer, resistiéndose a la petición del emisario, el cual redoblaba su empeño y clamaba en altas voces para que se accediese a su demanda. -Os digo que es empeño inútil, contestaba desde la explanada una voz vigorosa, porque no está el jefe, y hasta tanto que regrese y revoque sus...

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