La corona de fuego: 37

La corona de fuego o los subterráneos de las torres de Altamira de José Pastor de la Roca Capítulo VI - Coloquio Un sueño funeral la sorprendiera, Que triste y abatida En angustioso afán, su suerte fiera Oprime al alma entera De amarguras transida. Según se dejara traslucir por el contenido del pliego de que dejamos hecho mérito en el precedente capítulo, Ataulfo, al paso que ponía en conocimiento del cuadrillero la prisión de Palomina y de Omar-Jacub, hacíalo en términos ambiguos, particularmente al referirse al palacio subterráneo que habitara éste, y cuya situación y circunstancias absteníase de revelar. ¿Cómo, pues, se conciliaba esta reticencia con esa misma confianza tan franca y sincera que tantas veces le protestara? ¿Cómo le ocultaba igualmente la existencia de la joven árabe y del esclavo, y como accesorio de todo ello, aquella brillante profusión de riqueza oriental que guardaran las entrañas de aquel monte entre selvas y maravillas...

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