La corona de fuego: 30

La corona de fuego o los subterráneos de las torres de Altamira de José Pastor de la Roca Capítulo XIII - La separación ¡Ni un momento ya más!... era imposible Prolongar esa unión tan quebrantada. Al fin vertió el conde un suspiro. Sacudió su cabeza, pasó la mano por su frente lívida, y como quien sacude sus vacilaciones para adoptar una resolución franca y enérgica, levantóse de su asiento, como si un resorte le empujara. Su talla elevada y recta, su mirada lúcida y toda la altiva expresión de su semblante escuálido, parecieron recobrar todo su nervio: era el supremo esfuerzo de la voluntad, potente y vigoroso, acaso el postrer destello de una luz moribunda, describiendo su última aureola. -Sea como queráis, señora, exclamó al fin, dando a su lenguaje un tono de firmeza que no sentía; será preciso entrar por todo y aceptar los hechos con sus consecuencias, sean las que fueren. Podéis marchar cuando gustéis a vuestro castillo, apenas concluyan de...

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