La corona de fuego: 04
La corona de fuego o los subterráneos de las torres de Altamira
de José Pastor de la Roca
Capítulo III - En que se verá el peligro a que se expuso el capricho de la baronesa
¿A qué tanto bullicio y algazara?
¡Cuál retumba en mi oído
Tanto clamor perdido,
Que cual moruna algazara
Las selvas y montañas ha invadido!
Había cerrado la noche.
La luna asomaba su bronceado disco sobre un trono luminoso que parecía extender su pabellón radiante, brotando en la línea de oriente.
Un vapor blanquisco y plateado rodeaba el horizonte como una aureola diáfana, en torno del cual izaba el firmamento su magnífico pabellón de estrellas.
El sendero que atravesara la cabalgata era sumamente difícil, casi intransitable: no era ya la hermosa y cómoda calzada del castillo con sus alamedas frondosas, sino una senda pedregosa sembrada de guijarros calcáreos que rodeara un áspero collado de cuarzo silíceo con sus breñas cortantes y resbaladizas, donde apenas había vestigio de...
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